Beneficios y oportunidades
A. ¿Por qué la co-enseñanza?
La enseñanza compartida tiene ventajas, pero requiere desarrollar estrategias específicas. Fomenta entornos educativos inclusivos, mejora el clima en el aula y promueve la participación del alumnado.
La co-docencia exige el compromiso de toda la comunidad educativa, no solo de los equipos directivos y docentes. El alumnado y las familias también deben comprender que se trata de una propuesta para mejorar la educación y optimizar el aprendizaje, y que a nivel organizativo conlleva una gran demanda.
En cuanto a los resultados de aprendizaje, casi todas las personas docentes que han participado en co-enseñanza han destacado los beneficios, aunque se pueden generar problemas estructurales en los centros educativos.
B. Co-enseñanza y resultados del alumnado
La literatura científica generada en la década anterior no ha publicado resultados concluyentes sobre el impacto que la docencia compartida tiene en el rendimiento académico del conjunto del alumnado, aunque sí se ha constatado una mejora en quienes presentan necesidades educativas específicas y particulares. Sin embargo, resultan esclarecedores los estudios de King-Sears et al. (2021) y Helding et al. (2023), que analizan los efectos de la docencia compartida en el rendimiento tanto de estudiantes con Necesidades Educativas Especiales como de quienes no las presentan. Según la investigación de King-Sears et al. (2021), en los centros donde se implementa la práctica de la co-docencia, los resultados son mejores en las áreas lingüísticas. Por su parte, en el estudio de Helding et al. (2023), se observan mejores resultados en las disciplinas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) y en las ciencias humanas, en comparación con las áreas lingüísticas.
Estos estudios ponen de manifiesto la necesidad de realizar más investigaciones que analicen otras situaciones y variables. Según destacan las personas docentes, la co-enseñanza no solo promueve un aprendizaje significativo, sino que también influye positivamente en la inclusión educativa, incidiendo en aspectos como el absentismo, el fracaso escolar o el clima en el aula. No obstante, estas observaciones deberían ser validadas empíricamente.
C. Co-enseñanza y la gestión del aula
La enseñanza compartida facilita las relaciones entre el profesorado y el alumnado, lo que mejora el rendimiento académico y el comportamiento de las personas estudiantes, especialmente cuando el profesorado ve a las estudiantes como personas autónomas y no como miembros de un colectivo (Backman et al., 2012).
Observar al alumnado de manera individual ofrece la oportunidad de comprender sus necesidades de aprendizaje y sus relaciones entre sí.
La gestión compartida del aula facilita la resolución de problemas y permite abordarlos de manera más eficaz, además de posibilitar que el profesorado colabore y se apoye mutuamente.
A medida que las relaciones entre las personas docentes se desarrollan, las estrategias para la enseñanza y la gestión del aula mejoran.
D. Co-docencia e inclusión
La enseñanza compartida se enmarca dentro del sistema escolar de apoyo o refuerzo, y requiere prácticas que rompan con la organización tradicional. En un sistema de apoyo inclusivo, además de responder a la diversidad, es necesario tener en cuenta otras dimensiones como el liderazgo compartido, la participación de las familias y la implicación del estudiantado en su propio proceso de aprendizaje (Rappoport et al., 2019; Sandoval et al., 2022).
En línea con Puigdellívol y Petreñas (2019), el apoyo tradicional se ha centrado en las personas estudiantes con el objetivo de compensar sus dificultades, mientras que la perspectiva inclusiva sitúa al aula ordinaria en el centro, ya que es ahí donde se puede observar cómo cada persona afronta las tareas y si interactúa o no con sus iguales y con el profesorado. Con el apoyo inclusivo, el papel de las personas docentes especialistas se transforma en una labor de mediación, en lugar de ofrecer apoyo directo a una persona estudiante específica. Esta mediación beneficia a todo el alumnado y, al mismo tiempo, representa un recurso para quien ejerce la tutoría. Ambas personas docentes colaboran para garantizar un clima de trabajo adecuado en el aula.
Beneficios para el alumnado
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El estudiantado con diferentes capacidades no es etiquetado ni necesita salir del grupo-clase.
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Se ofrece una mejor atención a todo el alumnado.
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Permite conocer mejor lo que ocurre en el aula, y por tanto, adaptar las medidas específicas a esta realidad.
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Se facilita la autonomía del alumnado en entornos habituales, se mejora el clima escolar y la convivencia, así como la cohesión grupal y el conocimiento mutuo entre pares.
Beneficios para el profesorado
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Facilita una mejor atención a la diversidad en el aula.
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Permite conocer mejor las situaciones personales del alumnado.
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Posibilita el uso de metodologías más activas y cooperativas.
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Favorece la reflexión conjunta entre docentes sobre lo que ocurre en la práctica.
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Contribuye a mejorar la autoestima del profesorado, siempre que se genere un ambiente y una dinámica de valoración mutua y apoyo entre colegas.
E. Desarrollo profesional del profesorado
Para que la colaboración entre docentes sea eficaz, es necesario contar con una formación adecuada y una planificación previa.
Uno de los aspectos fundamentales para que el profesorado pueda reflexionar conjuntamente en el centro educativo es el uso de un lenguaje profesional común que les permita referirse con precisión a su práctica, de modo que puedan hablar con claridad sobre lo que hacen. No se trata solo de terminología, sino de saber exactamente a qué se refieren.
Se pueden identificar distintos niveles de influencia entre el profesorado, distribuidos en diferentes planos:
Conocimiento profesional:
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Conocer las características y necesidades del alumnado.
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Identificar sus sentimientos y emociones y reconocer cómo influyen en los procesos de enseñanza y aprendizaje.
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Dominar el contenido disciplinar y saber cómo enseñarlo.
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Conocer metodologías de enseñanza y aprendizaje.
Práctica profesional:
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Planificar e implementar una enseñanza y un aprendizaje eficaces.
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Diseñar entornos accesibles.
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Familiarizarse con aplicaciones tecnológicas.
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Evaluar el aprendizaje del alumnado de diversas maneras.
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Reflexionar sobre la planificación pedagógica.
Conpromiso profesional:
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Sentirse con motivación para participar en procesos de formación.
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Mostrar un mayor compromiso con colegas, familias y profesionales técnicos del ámbito educativo.
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Aumentar la participación en actividades formativas y cursos organizados por el propio centro educativo.
Por tanto, la enseñanza compartida facilita aspectos clave para el desarrollo profesional.
En la tabla siguiente se pueden observar los beneficios y las posibles dificultades asociadas a la co-docencia:
Por otro lado, la práctica de la co-docencia entre docentes con experiencia y quienes están comenzando su trayectoria profesional aporta beneficios específicos a estas últimas personas. Compartir responsabilidades de forma colaborativa —y no jerárquica— con alguien con experiencia brinda seguridad al profesorado novel a la hora de tomar decisiones y desempeñar su labor dentro del aula. La enseñanza compartida puede resultar especialmente útil para quienes inician su camino en la docencia, siempre que reconozcan como referentes a personas docentes con experiencia o expertas, y acepten su acompañamiento.
No obstante, aunque la persona docente experta pueda asumir un rol de mentoría, es importante evitar relaciones jerárquicas que sitúen a quien comienza en una posición de desigualdad, ya que esto desvirtuaría la experiencia de co-docencia. Para que esta práctica sea efectiva, resulta fundamental crear y promover espacios de reflexión y diálogo, integrando metodologías dialógicas y procesos formativos.
Según el informe Eurydice (Comisión Europea, 2021), el emparejamiento entre docentes noveles y con experiencia es obligatorio en casi todos los sistemas educativos que regulan el acceso a la profesión. Un ejemplo de ello es el programa SENSEI en Cataluña, dirigido a docentes sin experiencia o con menos de tres meses de trayectoria, e incorpora la enseñanza compartida. En este programa, las personas docentes que inician su carrera desarrollan actividades supervisadas mediante mentoría durante un año, y además participan en seminarios específicos, formaciones en grupo y espacios de aprendizaje entre pares, dentro de una comunidad profesional. Las personas mentoras, por su parte, pueden ver reducida su carga lectiva hasta la mitad.